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ARMANDO TEJEDA GOMEZ

10 ANOS DESPUES, EN BUENOS AIRES...
Nota Revista Folklore
Julio de 1972

Armando Tejada Gómez,
vanguardia visible del Nuevo Cancionero, mostró su plataforma conceptual,
sus antecedentes y también su futuro:

Una nota de Luís Córdoba.

ARMANDO TEJADA GÓMEZ

"Nunca se podrá evitar que las nuevas
generaciones pidan la palabra y la guitarra".





Hablar del Nuevo Cancionero y asociar como cabeza visible del mismo a Armando Tejada Gómez, 
es todo uno. Por eso nuestro dialogo con ese uno que lo simboliza en cuerpo y palabra

¿Cuál es la originalidad del Nuevo Cancionero?

Al plantear una renovación de forma y contenido de la canción de raíz folklórica, nos propusimos darle a esa canción, 
no sólo una estructura musical y literaria que supone un nuevo lenguaje, sino también un contenido que exprese al hombre 
argentino de hoy y aquí.

¿Por qué en 1962?

Porque entonces la canción se debatía entre un nuevo costumbrismo y una agónica alusión a. un pasado ilusorio.

¿No creés que mucho antes de la aparición del Manifiesto del Nuevo Cancionero, 
existieron otros cultores de esos mismos principios allí enunciados?

Sí. En su momento, nosotros señalamos como tales a Buenaventura Luna y Atahualpa Yupanqui en la canción folklórica
 y en tango a  Carlos Gardel, Le Pera, Pugliese,  Celedonio Flores y, funda-mentalmente, a Discépolo.

Ellos solos, de por si, podrían haber representado un Movimiento y por ende haber creado una conciencia...

8í, pero no te olvides que a pesar de esos predecesores, la juventud artística de hace una década no tenía, 
si no en casos aislados, una conciencia de este fenómeno.

¿Cuáles eran, entonces; los errores de esa generación?

Por ejemplo en lo musical un abuso del dominante y tono, así como una elaborada elementalidad. En cuanto a poesía, 
cierta general privolidad folklórica.

¿Había confusión en ese momento?

En general se confundía la autenticidad con el analfabetismo artístico. Muchos folkloristas al uso, no eran tales.

¿Con qué obra nace la continuidad del movimiento?

Desde "La de los humildes" toda nuestra obra mantuvo idénticos caracteres.

Ustedes mencionan como enrolados en el movimiento a quienes no suscribie-ron siquiera el manifiesto.

Ramón Ayala y Gustavo Cuchi Leguizamón no formalizaron su adhesión en aquel momento, 
pero si lo integraron por la continuidad de su labor, íntima-mente ligada a los preceptos del mani-fiesto.

¿Fueron los únicos?

No. Fijate que cuando elaboramos este espectáculo quisimos nombrarlos a. todos, el número, son alrededor de 60, 
nos lo impidió por razones de tiempo.

¿Entre ellos figuraría el nombre de Ariel Petrocelli,  por ejemplo?

¡Ariel es fundamental como presencia!

El movimiento se inició con la participación de diez artistas, entre poetas, músicos y cantores, hoy declaran ser 60
¿qué incorporaron los otros 50 en bene-ficio del movimiento?

Mirá, justamente, hemos pensado hacer una asamblea del Nuevo Cancionero para recibir el aporte de los nuevos. 
Tal ves muy pronto concretemos esa idea.

¿El movimiento tiene proyección únicamente dentro del país?

No. En nuestra declaración firmada en Mendoza, ya anunciábamos nuestra vinculación con América y el mundo.

¿Cuá1es fueron los primeros contactos?

En 1964 tuvimos vinculación con Daniel Viglietti y la juventud artística del Uruguay. 
Oscar Matus y Mercedes Sosa fueron los primeros en ocuparse de esas relaciones internacionales de las cuales me 
tocó participar durante una residencia de 6 meses en el país vecino. Fue el momento en el que incorporamos al 
repertorio Canción para mi América,  el tema con el cual Mercedes debutara en Cosquín.

¿A qué otros poetas americanos con-sideran integrados con el movimiento?

Al peruano Nicomedes Santa Cruz, Patricio Mans y Pablo Neruda, de quien soy amigo personal.

¿Cuál es el éxito mayor que se adjudica el movimiento durante este tiempo?

Nosotros en estos diez años de labor hemos destruido el mito que suponía como comercial lo malo. 
Demostramos también que lo óptimo también es comercial.

¿El movimiento está identificado con alguna corriente política en especial?

Ciertos sectores interesados en el comercio de la canción le atribuyeron veladas intenciones partidistas. 
El movimiento tenía y tiene conciencia política. Sólo los animales no tienen conciencia política. 
Nuestro grupo cree que en su seno deben existir, como coexisten, todas las opiniones.

Especialmente las de izquierda...

¡El movimiento admite el vuelco hacia la izquierda, como lo admiten todas las grandes masas populares argentinas! 
Recordá que si está expresado por el pueblo, estaremos al lado del pueblo.

Perdoná, me suena demasiado demagógico...

No hay demagogia. Tenemos una conducta que el pueblo conoce, como conoce todas las persecuciones que hemos sufrido, 
las leales y las desleales también.

¿Té inquieta la censura?

Hemos sido prohibidos en diversos momentos de la vida política del país. 
Como hijos del pueblo debemos correr los mismos riesgos que el pueblo afronta.

¿Qué futuro le ves al Movimiento?

Depende de las nuevas generaciones. Toda vez que el artista entienda que él es parte de la conciencia colectiva, 
estará afirmando los postulados del nuevo cancionero.

¿Por qué?

Porque el arte como la vida, están en permanente transformación a través de los siglos. 
Nunca se podrá evitar que las nuevas generaciones pidan la palabra y la guitarra.


Reflexivo, pero con énfasis, Armando Tejada Gómez fue respondiendo una a una las preguntas u observaciones que fueron
 surgiendo de esta charla que transcribí para usted, caro lector, sin otra intención que representarlo ante las dudas que
 a veces,  seguramente, llegaron a asaltarlo.

Nota Diario La Ciudad
Venado Tuerto, marzo 31 de 1982 - Año IV - Nº 170


ARMANDO TEJADA GÓMEZ

No he padecido ningún privilegio; eso me avergonzaría mucho

Una nota de Juan Carlos Rodríguez
Fotos de Omar Raúl Nepote




-¿Cómo nace su vinculación con Pablo Neruda?


La pregunta formulada por Roberto Ledesma rompió el fuego, y fue el puntapié inicial para un reportaje que no empezaba por la sencilla razón de que la sobremesa se hacía agradable, llevadera, cálida.Es que la charla con ARMANDO TEJADA GÓMEZ nutre, proporciona conocimientos, da vida. Por eso se disfruta y se estira.
Y el poeta respondió entonces, contó cómo lo conoció a Neruda, lo que el gran poeta chileno dijo de él, narró sus emociones, y así empezó un tome y traiga que se prolongó por varias horas más. Que sirvieron, lógicamente, para poder formarse una idea acabada acerca de la personalidad del inmenso poeta argentino. Este ARMANDO TEJADA GÓMEZ que llegó hasta nuestra ciudad, gracias a las gestiones de la Biblioteca Juan B. Alberdi, a presentar el libro de su amigo, el venadense Ricardo San Esteban, con quien también charlamos y conocimos su pensar.
Este ARMANDO TEJADA GÓMEZ que demostró no sólo la fuerza y potencia de su canto, no sólo la vitalidad y valentía de su mensaje, sino también la bellísima poesía que alimenta sus escritos. Quienes quisieron gozar el mensaje de un poeta con mayúsculas, pudieron hacerlo. Quienes quisieron encontrarse con aquel que, hace tantos años, por gritar verdades fue injustamente silenciado, también pudieron hacerlo.
Los que estuvieron la noche del sábado 20 en la Biblioteca Alberdi, difícilmente olviden la plenitud de ese poeta, la magia inocultable de sus palabras, la inconfundible ternura de sus imágenes poéticas. En cada aplauso, en cada gesto de admiración, quedó reflejado el sentimiento que TEJADA GÓMEZ supo despertar.
Y para quienes tuvimos el privilegio de compartir sus horas, de beber de su filosofía, hecha a golpes y a poesía, nos queda la inmensa satisfacción de saber que en su alma abriga la coherencia necesaria para defender con hechos lo que pregonan las palabras.
La síntesis obligada, por razones de espacio, refleja igualmente la esencia de su sentir. Aquí están sus pensamientos, sus convicciones -que defiende a muerte-, sus creencias.
Aquí está este valiente ARMANDO TEJADA GÓMEZ, que pelea diariamente a puño abierto contra la mediocridad, contra las zonceras, contra la complacencia. Aquí está este hombre de la respuesta rápida, profunda, inteligente. Aquí está -nada menos- la palabra de uno de los mayores poetas de la lengua castellana.
No tiene desperdicio.



¿Por qué empieza a cantar, y a crear? ¿Por contagio?

El hombre siempre deja hechas cosas para los demás. Con el sentido de eternidad con que se hacen las cosas para que perduren, se hace todo. Nuestros padres intentaron un techo, un campo labrado, un molino, cosas que después a nosotros nos han servido, de modo que todo se hace por una necesidad de expresión universal. Yo comencé a cantar de la manera más espontánea e inocente. Empecé cuando era un niño, antes de la edad de la razón. Escuchaba cantar y repetía el canto. Como parece ser que yo he venido dotado para eso, para comprender y sentir el canto, he cantado toda mi vida, y la canción, para mí, era una donación: si yo cantaba, la gente se sentía alegre, contenta, en los obrajes, en la viña, cuando yo cosechaba. Nos juntábamos esperando el camión que venía a llevar la uva y yo cantaba, cuecas, tonadas...
La creación comenzó después, en rueda de amigos, ya que siempre me pedían a mí que dijera algo, que hiciera algo. Allí por los 5 o 6 años yo escuchaba las guitarras de los que le iban a dar serenatas a mis hermanas; todo eso era un mundo mágico, un mundo hermoso que me ganó para siempre. Después fui descubriendo la literatura y fui aprendiendo a expresarme de una manera más independiente. En aquella época, los poetas cultos desdeñaban este modo. No se concebía que un poeta hiciera una zamba; un poeta estaba llamado a las voces altas del Olimpo, y esa creencia llevó a una lucha muy larga. Yo tengo una mala prensa en la prensa culta del país, precisamente por mi popularidad, que me viene de las canciones. Nadie me perdona la popularidad. Nadie.

La prensa suele dividir a la poesía o a la canción, en testimonial o de protesta. ¿Usted cómo calificaría a su canto?

Es poesía. Yo trato de que sea poesía. Ya Horacio se metía con las cuestiones del mundo: se metía Homero: se metía el Dante, que escribió La Divina Comedia en el destierro. La verdadera tradición de una poesía perdurable está en que se ocupa de los asuntos del mundo, y no que se despreocupa. Mi poesía no es testimonial ni es de protesta. Eso va por cuenta de los que sienten que les cae el sayo. Ya dice el dicho popular que al que le cae el sayo que se lo ponga; si yo me conmuevo hasta las lágrimas por una gota de rocío ¿cómo no me voy a conmover ante el dolor humano? ¿Cómo no voy a tener sensibilidad ante un hombre caído? Para mí la poesía es el hecho poético perdurable que un hombre apresa en sus palabras, ya sea cuando llora o ve llorar, o cuando vuela y ve volar.

¿Por qué hubo tanto silencio estos años? ¿Por qué Tejada Gómez no llegaba al pueblo?

Yo creo que esa pregunta se la tendría que hacer al gobierno. Pero no sólo he estado prohibido con éste gobierno con el cual la cosa ha sido atroz. En cada cambio de gobierno me prohibieron; y tuve detenciones. Me privaron la libertad, pero la física, porque la otra libertad no me la puede privar nadie. Ni la muerte. Me han prohibido letras, libros, espectáculos, actuaciones. Me han prohibido casi consecuentemente todos los gobiernos, menos uno: el de Illia, de quien se dice que tenía mis discos y escuchaba mis poemas. Pero desafortunadamente en una fiesta nos detuvieron a todos los que estábamos, que éramos 180 personas. Así que aún con el gobierno de Illia estuve preso. Ahora, usted me pregunta por qué. Debe ser porque se gangrena la calificación. En un país pequeño como éste, cuando uno es calificado, nadie se ocupa de descalificarlo. O sea que al que mata perros una vez, le llaman siempre mataperros. Y le voy a decir más: a veces uno mata perros Yo quisiera saber que estoy prohibido por matar los perros del odio.

¿Usted cree que hay lugares más aptos que otros para la creación?

Un creador tiene que crear en cualquier lugar, en cualquier situación. Aún cabeza abajo. Yo a veces he hecho poemas de memoria, porque hay lugares en que a uno no le dejan lápiz ni papel. La coplera del prisionero está hecha de memoria.

¿Por qué cree que ahora puede cantar, puede llegar al pueblo? ¿Hay una mayor apertura?

Yo no he dejado de cantar ninguna vez en todo este largo tiempo. Si así hubiera sido, cuando era un muchacho de 24 años y escribí la Copla a Guatemala, y me llevaron preso por primera vez, con ese asunto no hubiera cantado nunca más. Ya es imposible matar lo que canté; se podrá matar lo que voy a cantar en el futuro, si es que no me queda futuro, pero de todos modos, el futuro es la dignidad hoy.

Hay gente que inocentemente ignora que usted esta prohibido.

Es que oficialmente no se ha dicho que estoy prohibido. No se dice oficialmente. Se sugiere. Y guarda con no escuchar la sugerencia. Pero de todos modos, esto tenía que terminar. Acá no era que estaba prohibido yo; aquí estaba prohibido el ejercicio pleno de los derechos; aquí estaba prohibida la Constitución Nacional. ¿Quién soy yo por encima de esa letra sublime y maravillosa para no estar prohibido? Si un pueblo está prohibido, lo están sus poetas. Qué mal me sentiría yo de haber tenido todas las prerrogativas cuando todo mi pueblo no se ha podido expresar. Sería triste; sería como cómplice. Por suerte no he padecido ningún privilegio; eso me avergonzaría mucho; yo he gozado de las dificultades de mi pueblo, lo que me hace quererlo más y entenderlo más. Pero no tengo rencores; yo lo que tengo es una madura actitud para enfrentar las dificultades que tiene la Nación.

¿Cómo lucha usted contra la censura?

Yo soy miembro de la Sociedad Argentina de Escritores, soy socio de Argentores; y soy socio conspicuo de SADAIC; y participo de las luchas populares de mi pueblo a lo largo y lo ancho de la nación. De ese modo lucho contra la censura; no contra mi censura, sino contra la censura del pensamiento nacional; mi lucha está entroncada con la del pueblo argentino por su libertad plena.

¿Qué siente el poeta cuando escribe algo con amor, con sentimiento, y después se entera que no se puede escuchar, difundir?

Se siente lo que sienten todos los artistas argentinos en este momento. Se siente la esterilidad del destino del esfuerzo. Se siente una frustración, una desvalorización dramática de la personalidad nacional. Todo eso y algunas cosas más que en este momento no atino a expresar. Yo no he caído en la desesperación porque sabía que más temprano que tarde, el camino de los prohibidores carecía de futuro. Yo sabía que todas estas oscuridades tenían los días contados. Tienen los días contados, porque nosotros no sabemos existir si no es en la convivencia democrática.
Esto es lo hemos recibido de nuestro mayores, esto es lo que afirma el mejor programa político que tienen los argentinos, que es la Constitución Nacional. Cada uno a lo suyo para que el país crezca; en la diversidad está la grandeza de nuestro país, porque no se puede hablar de un ser nacional en un país hecho con todas las sangres de la tierra. El ser nacional será la tarea a construir, pero nadie puede excluir a otro porque se crea más argentino que el otro. Institución o persona quien cometa este acto es un criminal lisa y llanamente. Somos un crisol y una enorme levadura; lo dice un huarpe. La Constitución convocó a todos los hombres de la tierra de buena voluntad que quisieran habitar este suelo; no se los puede estafar un siglo después. Es la peor de las estafas, porque no nos pueden cercar el país y hacernos prisioneros de la arbitrariedad y de las dictaduras, y de la soberbia y la mediocridad. Nuestros padres hicieron el país y las leyes, las obras, las novelas, los poemas y las canciones; nosotros nos atenemos a esa tradición y el ser nacional lo vamos a buscar entre todos, lo vamos a construir entre todos el día en que sin desmedro, TODOS nos podamos mirar a la cara.
Con las manos limpias.

Es importante ver qué a pesar de los golpes o de los silencios, no se ha modificado la forma de ver o de sentir la música popular en usted...

Yo creo que no se puede tapar el sol con un harnero, como decía mi madre. Lo hecho está hecho; es muy difícil desarraigar del corazón de la gente lo que entró sin imposición. En estos últimos años ustedes han visto que nos han querido hacer cantar por decreto, pensar por decreto, escribir por decreto, soñar por decreto. Sin embargo, todo lo que se nos impone con jingles de cada 25 minutos, ni lo silbamos, y acudimos a aquello que ha consagrado nuestra sangre y nuestro corazón.
Las canciones que nos representan, los poemas que son verdaderamente parte de nuestra forma de sentir la vida: no se pueden imponer en el alma de un país modelos, sentires ajenos a la fuerza intrínseca de ese país. Sólo un delirante cree que con un decreto va a prohibir una canción, porque una canción es inasible; aun en la prisión, los prisioneros cantaban mi Canción con todos. El alma de ellos estaba libre.

¿Y qué pasa, Armando, con la música folclórica?

Le voy a contestar con un proverbio chino: Si usted tiene un jardín y comienza a crecer la maleza, y usted ve que crece y no acude a limpiarlo, eso ya no es un jardín. En el jardín del canto nacional, prohibieron lo que eran las flores cultivadas, lo que venia de una tradición cierta, lo que se había ganado el derecho de existir por propia gravitación e impusieron una maleza híbrida, hecha de malheridas serenatas, mal cantados boleros e infinitas zonceras. Y un pueblo inteligente como este no lo ha aceptado. Los cantores de zonceras están enfermos de muerte, porque el pueblo les ha dado la espalda. No existe la decadencia del folclore; existe la decadencia de ellos. Nada ha muerto; a medida que el silencio no resiste más y se deshiela, la vieja flor del jardín vuelve a recuperar la lozanía, y los jóvenes están apretando la maleza, en todo el país.

Ortega y Gasset dijo que el folclore es un rumor que va de casa en casa y de padre a hijo ¿Qué piensa de esa definición? ¿Coincide con ella?

Es linda la frase de Gasset, pero lo que él dice yo lo aplicaría más a la música popular argentina. El folclore está hecho; el folclore se produce en la etapa primaria de una cultura, cuando aún no existe la escritura, de manera que el folclores es el yacimiento hacia el cual hay que ir para extraer la veta que hace un alma nacional, que hace una identidad. Cuando hacemos canciones, estamos haciendo tradición cultural; que puede tener un signo popular si el pueblo participa en ella; si el pueblo no participa es una cultura muerta, estéril y seca; sin destino. La cultura se nutre de la vida popular, y es el texto protagónico de un pueblo. Es imposible hacer el folclore: mienten los que se dicen folcloristas porque tocan la guitarra y rasgan zambas. El folclores está hecho, es irrenunciable a la identidad nacional; lo que estamos haciendo nosotros es música popular argentina.

Se dice que el folclore ha muerto y hay quienes intentan resucitarlo. ¿A quien rescata usted, de esos que luchan dignamente y con talento por nuestro folclore?

San Martín ha muerto, pero la herencia de San Martín está viva; Sarmiento, Echeverría han muerto; sus herencias no. Este es un tema difícil; esto es para preguntarse qué cosa es la muerte exactamente; decir que el folclore ha muerto es como decir que el jazz ha muerto. Sólo muere lo que es baladí, lo que no tiene perdurabilidad; y a propósito de la segunda parte de la pregunta, yo nombraría a Manuel Acosta Villafañe, Julio Gerez, Andrés Chazarreta, Buenaventura Luna, Marta de los Ríos, Los Hermanos Abalos, Los Chalchaleros, el Cuchi Leguizamón.
Le estoy hablando de todos los que hicieron algo por que esto estuviera en pie. En Europa se llenan los lugares donde se toca nuestra música; en México hay una eclosión de la música sudamericana, que se apoya en la Argentina y en la chilena.
Por lo tanto le digo que el folclores está más vivo que nunca.

Usted me contaba hoy de un periodismo que mutilaba sus conceptos o no los difundía. En este caso, en que le aseguro que lo dicho se difundirá ¿qué me puede agregar?

Lo que tenía que decir se lo he dicho.

En algunos momentos lo vi irritado...

Es que por ahí me caliento. Y es porque me caliento que puedo escribir. ¿Sabe lo que sería escribir en frío? ¿Qué se puede escribir en frío? Un aviso de licitación...

Un comunicado...

No, un comunicado no, porque ya no es en frío; ya es en avieso. En frío se puede escribir un edicto, una ordenanza municipal. No estacionar frente a esta acera. Eso se puede escribir en frío; lo demás está lleno de sangre. Y muchas veces, desgraciadamente, llena de sangre inocente. Esta ha sido una hermosa charla; no sé si se publicará o no; la vida dirá. En estos últimos años, he sido entrevistado varias veces; he dicho esto mismo, no más ni menos, y luego no aparecía nada. Hay como un no querer nombrarme, hay miedo...

¿Cuál es su mayor deseo, Armando?

La libertad de mi pueblo.

Diario La Voz

Buenos Aires, Domingo 20 de marzo de 1983. Páginas 12 y 13

Armando Tejada Gómez, poeta militante que el Proceso militar pretendió condenar al silencios


Aquí estoy de vuelta con mi voz, aunque nunca me fui...


Yo nací en Mendoza, nací en la confluencia del zanjón Frías y el Guaymallén. Ahí alquilábamos una casa. En ese lugar murió mi padre, al que prácticamente no lo conocí, era muy pequeño. El recuerdo que tengo de él fue cuando me alzaron a verlo, estaba en el féretro y lo recuerdo dormido, con un rostro tranquilo y grandes bigotes, ese es el único y real recuerdo que tengo de mi padre. Después, con los años, sus antiguos amigos, los lugareños me lo fueron contando. Mi padre era tropero y tenía una larga leyenda de sus andares por los caminos, él llevaba tropas de carros. Algo así como el famoso capataz de tropa del libro de Sarmiento, el Facundo. Tenía carros propios y además le encargaban carros otros productores para que integrara la caravana de los mismos. Ese fue el oficio fundamental de mi padre, el gaucho don Lucas Tejada.
Mi madre provenía de una familia chilena, uno de mis abuelos, don Domingo Gómez era chileno y todos somos de origen araucano o huarpe y por los dos lados de la familia no teníamos europeos hasta nosotros que ya sí nos casamos con muchachas hijas de europeos. Y todos los antepasados habían sido agricultores. De chico nuestra zona de residencia era Panquehua, al norte de Mendoza y recuerdo que había trigales en aquella época y algunos de los trigales que aparecen en mis poemas me han sido contados por mi madre. Bueno, yo crecí en el desamparo ya que cuando murió mi padre éramos muchos, 23 Tejada Gómez. Yo era el número 22, ocho éramos muy pequeños y fuimos repartidos entre la familia. Yo por suerte fui a parar al campo, a una finca que administraba el tío Aniceto. De él tengo un recuerdo imborrable: me llevó al corral y me dejó elegir caballo y elegí un caballo con estrella en la frente que se llamaba Marcial.
Allí, una tía vieja, que se llamaba Fidela Pavón que murió a los 109 años me enseñó a leer en el catecismo, para que yo leyera en la novena que ellos hacían. ¡Me emociona acordarme de esto! Bueno, ahí fui a la escuela por primera y única vez, era una escuelita rural y estuve tres meses y ya sabía leer y escribir. Y es extraño pero tengo la impresión que siempre supe leer, es que tenía cuatro años cuando leía el catecismo con mi tía Fidela. De ahí recuerdo la mirada de un campesino viejo, analfabeto que se asombraba que pudiera leer en el pequeño libro negro. Después mi madre me reclamó. Ya se había establecido en la ciudad y ahí hubo que ayudar y comenzaron mis oficios de intemperie. Comencé a vender diarios, a lustrar zapatos y a los doce años ingresé al gremio de la construcción. Eramos muy pobres...
Vivíamos en la calle todas las vicisitudes sin ningún beneficio. Eran muy pocos entonces los que tenían zapatos. En la construcción mojaba ladrillos y me fui formando con los viejos italianos albañiles, encofradores, de quienes aprendí el orgullo de terminar un trabajo bien hecho. Eso me lo clavaron en la conciencia para siempre y también las ideas. Ahí comienzo a saber que existe la clase obrera, como clase y se hablaba de la necesidad del sindicalismo y que quien no se metía allí era un cagón. También te enseñaban la solidaridad y mi primo Julio Villanueva y los compañeros me fueron acercando a la militancia sindical y de ahí a las lecturas políticas.
Puedo decir que mi contacto con la poseía se produce a través del Martín Fierro, y por casualidad. A mí me atraía un dibujo que había en la tapa del libro, era el dibujo de un duelo criollo y como eso tenía que ver con la historia de mi padre, de nosotros mismos, un día mi madre me dio para el cine y con eso compré el libro y lo leí de un tirón aquella tarde. Llegué a saberlo casi de memoria. Eso me ayudó después en los obrajes cuando en las noches o en los domingos después de comer, eran los únicos momentos de descanso en los obrajes de la alta cordillera, hacíamos fogones, recitaba y comprendí la importancia de la poesía en medio de nuestra soledad. Les contaba la payada con el negro o la vida de los hijos de Fierro y les hacía bien a todos esos duros hombres que venían de todas partes del olvido: los ojos encendidos por la compañía de un poema. De ese modo también aprendí a cantar y la guitarra era como la radio o el televisor ahora, un guitarrista suscitaba a todos y se aprendía a cantar coreándolo, de una manera natural.
¿Qué pasó con mi familia? Nos dispersamos. Mis hermanos mayores se fueron por el camino a buscar trabajo. Siembre faltaba trabajo y cuando había parate en el gremio de la construcción acudíamos a levantar las cosechas. Ibamos a la vendimia, a la cosecha de durazno o de manzana y los patrones nos trasladaban de un punto a otro de la provincia. ¡Mi familia...!, algunos y algunas se casaron, otros partieron buscando piqui, trabajo y recorrieron el país. Mi hermano Lucas que me impactó mucho con sus historias cuando volvía de estos viajes y nos contaba el enorme país, un continente desconocido. Después le siguió el rumbo mi hermano Raúl que se hizo marinero y recorrió el mundo. Mi mamá a la sazón era cocinera de un gran hotel de Mendoza. En esa época tuvimos cierta prosperidad. Recuerdo que vivíamos en el barrio de las latas a la orilla del canal y anualmente venían las grandes crecientes y se llevaban el barrio y ahí teníamos que juntar las latas y reconstruir la casa...
Esa es la historia de los Tejada Gómez, ¿pero a quién pude interesar esto? Tienes que comprender que el canto y la poesía son recurrentes en el pueblo, están incorporados y cuando había un espacio en la vendimia ya estaba la guitarra. Mira, me contaba mi madre de don Elías Molina, un cantor que según ella sabía alrededor de cuatrocientas tonadas y solía aparecer por Panquehua para los casamientos, las fiestas. El no trabajaba de otra cosa, tampoco el pueblo quería que se dedicara a otra cosa, lo querían para el canto, para las serenatas, como trovador a domicilio. Costumbres de nuestro pueblo, ¿no? Esta nacencia me dio una noción de lo latinoamericano y nunca he podido pensar de otra manera que como latinoamericano. Y por ahí nace el malentendido que pueda tener con la cultura porteña. Creo que por esas raíces no he sido admitido en el staff cultural porteño. Pretextan que ando cantando, pretextan que soy folklorista y soy por esa razón un marginal -no un automarginado- de la literatura. Y soy reconocido detrás de nuestra fronteras y en ningún lado llegan a confundirme tan tenazmente con un folklorista. Tengo 25 libros editados, pero la cultura porteña no me ha perdonado las canciones.
Como todos los pobres, entonces teníamos dos alternativas, el box y el fútbol. Fui boxeador amateur hasta que encontré los libros. Quería saber y no era la poesía una de mis pasiones. Creo que di con la poesía de frente el día que mataron a mi hermano, el Toto, allá, cuando tenía unos 15 años. El sacudón fue tan tremendo, con este hermano habíamos compartido eso de dormir bajo los puentes, defendernos entre los dos, sacar los diarios y de pronto me lo sacaron. Y de esta soledad feroz, este arrancón que fue la muerte de mi hermano, emergí días después como quien dice una oración, pero era un poema lo que estaba haciendo. Además me hice esta reflexión, el cayó porque además de pobres, somos ignorantes y aquí está al trampa, esta es la valla que hay que cruzar. Desde ese día me fui a las bibliotecas y empecé por e primer estante hasta que llegué al fondo. ¡Claro!, leía todo mezclado, Fisiología del placer de Mantegazza con La Divina Comedia. Eran bibliotecas de barrio y no estaban ordenadas. El objetivo era dejar la ignorancia...
Son cosas casuales, sorpresivas y son como para agrandar la anécdota, pero así suceden las cosas, como una acumulación de casualidades. Después por estas casualidades fui desenterrando el tesoro de nuestra lengua, de nuestra cultura. Quevedo, Tirso de Molina y tantos otros que la padecieron, la cantaron y lloraron. Luego los latinoamericanos, Darío, Gutiérrez Nájera y la suerte de vivir cerca de Chile de donde nos llegaba la literatura del Pacífico. Mira, la primera vez que vine a Buenos Aires caminé todas las librerías buscando a César Vallejo que nosotros conocíamos y bien en Mendoza. Aquí no era conocido ni por los libreros. Aunque había un libro editado por Losada, creo que era Trilce. Pero nosotros recibíamos la influencia de Huidobro, de Neruda, de don Pablo de Rokha, un poeta injustamente acallado y ya me apasioné con la poesía.
Cuando me preguntan por las influencias -que todos quieren que sean de Neruda-, se equivocan, la mayor influencia es la de José Hernández. El que lea atentamente mi poesía, comprende rápidamente que la intención es cantar opinando. De esos troncos vengo y uno se larga con las influencias sobre los hombros intentando encontrar su propia voz, es continuar contando la historia de nuestros mayores y agregar un espacio propio. Y fui ganado premios, vas editando, te convertís en adulto mientras buscás aprender a vivir, buscando que alguien diga ahí va el poeta. Y no quiero aparecer como petulante, pero las raíces mismas te van llevando, te surgen nuevos desafíos y hace unos años me puse a escribir en prosa (aquella novela que luego fue premiada en España). Después también están las persecuciones. En el 74 gané el premio de la Casa de las Américas, en Cuba, y ya comenzó la persecución feroz y desde todos los ángulos, los culturosos donde un crítico sacó un brulote que me acusaba de comentador y me aconsejaba que me hiciera poeta, bueno, ataques de todos lados que por malicia asocio a la poesía militante que tanto molesta, ¿no?
La verdad es que no comprendo dónde adquirí este sortilegio que la cultura porteña se ponga tan nerviosa conmigo. Casi no hay una línea escrita sobre mis veintitantos libros, hasta no he recibido crítica literaria o esas gacetillas que se acostumbran a hacer en forma de critica literaria. Son cosas de amigos, el amigo que comenta el libro del amigo. Mira, si yo hubiera tenido que vender un libro por las críticas, no hubiera vendido uno solo. Por suerte no fue así. Y en esto coincidieron con los sucesivos gobiernos que me prohibieron, sobre todo este último que me condenó al silencio y persiguieron todo lo que tuviera que ver conmigo, hasta estaba prohibido mencionarme. Pasaban mis canciones sin mencionar al autor, por ejemplo. Y estuvo muerto estos últimos siete años. Y es una experiencia increíble estar muerto y vivo.
Entonces estás ahí, viendo tu propia sobrevivencia para ver el horror y no poder gritarlo. El horror a diario, cotidiano y no poder más que verlo y de ahí vienen los exilios. La mayoría para salvar la vida y otros porque teníamos que trabajar. Cuando me quedé sin un solo contrato, cuando me detuvo el ejército en Santa Fe rodeando toda la manzana con automóviles y cuando me sacaron con metralletas de adentro del teatro, ¿qué empresario iba a arriesgarse en el futuro? ¿Quién me iba a contratar cuando volaron el local de Villa Mercedes donde iba a actuar? Y bueno, ya quedé mirando el techo de mi casa, envuelto en una tenacidad suicida de no irme del país, de no hacerle caso a las amenazas de las Tres A... en todo caso, que me mataran. Luego el hambre me hizo partir hacia España y otros países...
Son consecuencias de la militancia política. Creo que mi militancia era insoslayable, no pude evitarlo dado las condiciones en que crecí, los trabajos en que he ocupado mi vida me dieron un concepto de la solidaridad desde muy niño. La primera militancia fue en el gremialismo y de ahí a la conciencia política del hombre de trabajo hay menos que un paso. Uno advierte que esta lucha de clases está establecida en términos políticos y eso te va llevando a ubicarte en los movimientos sociales de un modo natural. Cuando quise acordarme me encontré militando en la UCRI, era un grupo radical que recogía la doctrina de Lebenson, unos veníamos del campo obrero, otros eran universitarios o profesionales. El partido lo lideraba Frondizi. Aunque tenía muchos amigos comunistas, creo que quise cortar camino y es un error que después siguieron muchos. En cambio de seguir estrictamente a través de mi necesidad de clase una ideología de mi clase. Entonces comencé a militar en la UCRI, era la época de la Revolución Libertadora (ponelo entre comillas ya que no fue revolución ni libertadora de nada). Ya había aparecido el poema Hay un niño en la calle, Antiguo Labrador, donde coincide con un desprendimiento de lo anterior. Recuerdo que mi hermano Lucas, que tenía una trayectoria gremial dentro de la construcción un día me felicitó por un libro, Qué lindo es -dijo-. Bueno, ¿qué te voy a poder decir? Pero sabés lo que pasa, que dicen los muchachos que no se te entiende, que ellos no te entienden, ¿por qué no escribís más sencillo? Eso fue una astilla en la conciencia y tenía razón, éramos hijos de la clase, éramos obreros, ¡cómo era posible que escribiera cosas que los míos no comprendían! Entonces comencé a escribir esas experiencias que eran de todos nosotros, de ahí salió Hay un niño en la calle, La coplera del prisionero (Esa la escribí en prisión y de memoria, ¡si no te dejan ni el cinturón!) y me fui haciendo conocido entre mi gente.
Bueno. Me aparté un poco de lo que venía diciendo. Pero ahí estaba ubicado cuando vino la campaña electoral y en los actos políticos cuando subía a la tribuna no hablaba, decía poemas y esto me hizo electo diputado de mi provincia por la UCRI. Recuerdas, fue cuando el peronismo decidió apoyar a Frondizi. A los seis meses se firmaron los contratos petroleros con las compañías norteamericanas y entramos en una colisión que no terminó más. Y de ahí nos separamos. Yo fui a parar al partido que debió ser siempre el mío, el partido de mi clase, el Partido Comunista. Después fui invitado a visitar China Popular. Para esa época bajó definitivamente Fidel de la Sierra. En China, era el décimo aniversario de la revolución, conocí a La Pasionaria, Dolores Ibarruri, a Patricio Lumumba, a Guillén y fue una experiencia definitiva. También, años después viajé a la Unión soviética, pero esto está cerca en esta especie de reseña...
Después Latinoamérica, pero eso es como andar por casa, uno siempre está. Ahora me estoy por ir a México, al Festival de la Nueva Canción. Tenemos una reunión plenaria porque estamos alentando la creación de festivales en los distintos países donde hay Nueva Canción. Fijate que este movimiento ha cobrado tal importancia: la canción como elemento de la cultura contemporánea. Antes la canción ea considerada la hermana menor de la poesía y de la música, pero este siglo ha producido el fenómeno que entre los bienes culturales de la humanidad, es la canción, parte inseparable del arsenal cultural del hombre y la mujer de este tiempo.
Y así el hombre solitario, este agregado al olvido, se conecta con el mundo, toma conciencia de lo que está sucediendo. Por eso la canción es un instrumento de avance cultural revolucionario, inédito. Por supuesto que muchos lo niegan, las elites culturales niegan o reducen la nueva canción a hermana bastarda. Esto lo atribuyo a una costumbre mental, se nos ha formado en los valores culturales europeos y como Europa no había asimilado ni incorporado este fenómeno, entonces no tuvo franquicia entre nuestros pensadores de la cultura. No tenía pase. Pero como ahora allí le han dado un calificativo cultural, es posible ver que ya está siendo aceptado. Los europeos se deslumbraron ante este mundo, de ahí que el fenómeno Yupanqui, Mercedes Sosa, Quilapayún, Viglietti, Serrat o la evolución de Alberto Cortés que pasa de cantar el Sucu-Sucu a un repertorio verdaderamente poético. Es el fenómeno de la nueva canción argentina, que es la pionera, que la fundamos en 1963 en la provincia de Mendoza, con Tito Francia, Mercedes Sosa, yo, donde firmamos un manifiesto donde reconocíamos como precursores a Atahualpa Yupanqui, a Buenaventura Luna y a Gardel...
Bueno, soy un poeta, he padecido estos siete años de oscuridad y quiero suponer que si tanto moleta mi voz es porque está dirigida a mi pueblo. He padecido como trabajador, como los compañeros hambreados en las fábricas o dejados sin trabajo. Todavía uno tiene el privilegio de poder escapar al exilio, ver otros horizontes y escaparle al hambre al que nos condenó la dictadura. Estoy de vuelta pero nunca me fui, tengo el corazón clavado en cada trabajador, en cada compañera que lucha por la fertilidad de sus hijos y no tengo otra ambición que ayudarlos por esa simple interrelación que existe entre el poeta y su pueblo. Yo sin ellos no existo y somos socios en esto de marchar hacia una patria liberada. Es la función del poeta, luchar junto a su pueblo pero cargando la vanidad que alguna vez al pasar, una mujer diga, ahí va el poeta.
Creo que es todo lo que tengo para decir...
Nota de Patagonia / poesía. Año IV - Nº 11 - Marzo 2001

Armando Tejada Gómez
La literatura es una rebelión permanente


En Agosto de 1987 sale publicado en el periódico El cronopio del Movimiento de Escritores por la Liberación de la provincia de Córdoba, bajo el título, En lo diverso se resuelve la vida, este repor-taje a Armando Tejada Gómez del que extraemos un fragmento, gracias a la participación en el mismo de nuestro colaborador Sergio Pravaz.


Somos hombres de pensamiento escrito, que es la más alta forma del pensamiento. Es insoslayable, que; la posición de un hombre o mujer, que escribe en este continente, sea de una posición a partir del hambre de libertad total. La libertad total consiste en que yo no soy libre, si tú no lo eres. Porque si yo soy libre y tú no, tú eres un peligro latente para mí. Porque me acusas a mí de esclavitud. Ese es el tema también de la riqueza. ¿Qué pasa con los ricos? El rico necesita tener candados y puertas con alarmas y al final se convierten en prisioneros de esa tonta ilusión de la riqueza. Sus hijos tienen que ir con guardaespaldas al colegio. ¿Eso es un mundo para vivir? Es la anticultura. Entonces caen por la propia ansiedad del lucro y acumulación de poder, que creen que el dinero da. Caen en una situación verdaderamente lamentable, de la que son prisioneros. ¿Qué escritor de este continente, qué pensador, qué poeta, qué pintor; no se va a plantear en primer lugar a quién va dirigido lo que está haciendo? Sin embargo hay que insistir. Pero lo quiero dejar aquí. Vamos a entrar en estos temas por la estética. Yo no soy un dirigente político, si lo fuera sería candidato a algo. Ya fui diputado, de esa estoy de vuelta. ¿Qué artista no va a contener en su cosmovisión, todas las urgencias del subdesarrollo, de toda la postergación en que vivimos? Estos problemas están planteados en toda la tierra. Son comunes a todos los idiomas. Y es difícil. Por ejemplo, una vez en China, en reunión con los escritores de la U.E.C pregunté si se podía escribir un libro contra el marxismo. Y un chino, como buen chino contestó: mire, si Ud. tiene un jardín y deja crecer la maleza, eso ya no es un jardín.

- Hablemos del tema estético, que vos querías hablar.
El sentido de la expresión estética es el prójimo; el objeto es el prójimo. ¿Quién esta del otro lado? Vos, el prójimo. Toda predicación tiene un prójimo como destinatario. Toda obra de arte, es una apelación al otro. Y esto es así, y será así cuando ninguno de nosotros, ni nuestros nietos, queden en la tierra. El arte tiene esa finalidad, el sentido estricto de la palabra final. El destino final de la obra de arte, es el otro. Cuando uno parte desde esa perspectiva de finalidad en la labor estética, trata y busca de que finalidad se cumpla. A partir de cumplir todas las expectativas que el otro tiene, (con respecto a la vida, a la muerte, a la lucha, al dolor, a todo), el mensaje sube en calidad, y a medida que produce el hecho estético, sube en categoría de conciencia, de comprensión a la vida. Porque se trata de la vida. Se sube en calidad, en la medida en que uno sube en la categoría de conciencia. De que admites la crisis, la contradicción y la superas. ¿Entonces? ¿cómo mejoro mi mensaje, mi discurso, mi apelación? Porque paso a otra categoría de conciencia. ¿Por qué escribís? Este es uno de los temas que tenemos que hablar. Porque la política nos tiene enfermos. He hablado de política todo el día, sin eludir la cosa política para nada, asumiéndola bien, frontalmente. Hay que hablar del discurso estético, de las categorías estéticas, del poder de síntesis del objeto del arte. Del arte como consumo, de alimento espiritual del pueblo, de la gente. Porque yo, no dejo de leer nada de lo se escribe. Nunca excluyo a un escritor, a un poeta, un músico, a un cantante, porque sea reac-cionario. Me los he comido a todos leyéndolos. También a todo el Renacimiento, pero todavía no nos podemos comer la Cultura de América Precolombina, estamos absolutamente desinformados y no tenemos una información correcta. Una de las tareas de los escritores por la liberación es acudir a esa cultura; desenterrarla e interpretarla, según su tiempo, su época, su circunstancia. Con los mismos métodos científicos que ahora ya conocemos. Nosotros, no tenemos una idea correcta de lo que fue la cultura Chaco - Calchaquí, Diaguita; como fue que la cultura del Incario llegó hasta la Tucumanía. O cuáles eran las relaciones entre los habitantes de los valles y el Incario. ¿Y esto quién lo ha hecho? Los europeos. El 90 % de la bibliografía y la investigación sobre lo que fue nuestro pasado histórico, esta hecho por europeos.

- En la presentación de El Cronopio, se dio una discusión sobre militancia y creación. Si el que se plantea las cuestiones estéticas es un elitista o no.
Yo escribí mi primer libro, Pachamama, que lo premiaron en Mendoza; digamos que me dieron ese premio creyendo que era uno de ellos y en realidad yo era un obrero de la construcción. El segundo que escribí, se llamaba Tonadas de la piel, mi hermano Lucas, el mayor, obrero de la construcción, lee el libro en donde yo busco un lenguaje, hago un canto a la arena, un canto al carbón. Era cantar la materia, porque yo decía: los escritores tradicionales, Capdevila, Lozano, etc. fotografiaban el paisaje, lo describían. Entonces yo sentía como un rechazo, de que me describieran el paisaje como si fuera una tarjeta postal. Alamos, álamos, álamos/ cónicos, serenos/ álamos, álamos, álamos/ centinelas del viento. Vos mirabas y decías: perfecto, que maravilla! Pero a mí me chocaba. Busco adentro mío, indago y llego a esta conclusión estética: El paisaje no se describe, hay que ser el paisaje! Frente al paisaje ¿cuál es tu conducta?, lo describís o lo habitás y desde ahí lo expresás, mi posición era, hay que ser el paisaje. Mi hermano Lucas cuando leyó el libro, dijo: no entiendo nada ¿por qué no escribís para el pueblo, por qué no escribís más simple? ¿Te imaginás? ¡Mi hermano! me dijo eso; imagínate lo que podía decirte el resto de la población. No le contesté inmediatamente, yo era un pibe. Y me dejó la preocupación. Al tiempo me fui a verle de nuevo y le dije: Luquitas, mirá, ¿sabes qué? Ellos tienen todo, incluso hasta el idioma, tienen incluso hasta el lenguaje, con el que nos someten. ¿Sabes lo que estoy haciendo Luquitas? Aprendiéndoselos para hacerlos mierda! Esto es lo que quiero dejarles dicho compañeros, colegas escritores. Me costó toda esta vida aprender el idioma de tal modo, de tal irreprochable modo, que el idioma es en mis manos, arcilla pura. Cuando subo a cantar a Tosco, sé todo lo que tengo que saber. Para transmitirlo a mi pueblo, acá y allá lejos, a Fidel. La Canción con Todos, está traducida a 30 idiomas, incluido el danés y el hebreo, por si querés algo raro.

- En definitiva es apropiarse del método de penetración del enemigo, para liberarnos.
Primero, es el idioma del conquistador. Segundo, es el idioma del eclesiástico, de la evangelización genocida de América. Tercero, lo posee Borges. Cuarto, lo vende Sábato. Quinto... mierda! ¿y yo qué? ¿qué hablo? ¿senegalés? Entonces, venga el idioma. Venga para acá. Venga, póngase aquí! lo voy a estudiar, no voy a morir hasta aprenderlo. Y ahora que lo sé: Canto Tosco, mierda! Desde ahí para arriba. Ahora no pueden decir, qué torpe! No sabe lo que está escribiendo. Mirá cómo escribe, ¡mirá! Deciles que vengan, a todos esos señores que tienen en cana al idioma, en anaqueles, que lo encierran. Deciles que vengan. Que los Latinoamericanos hemos aprendido, por fin! El idioma del conquistador. ¿Y sabés lo que dicen...? Con el premio que me dieron en la Villa del Bilbao. Un integrante de la Real Academia Española, dijo: Está haciendo un idioma dentro del idioma! Se creen que lo estoy haciendo yo. Los latinoamericanos lo están haciendo! Lo que yo hago, no es nada más que traducir, lo que el pueblo habla. Entonces esto. Allá en Europa, es el boom, la bomba. ¿Ustedes, se dan cuenta que hablan metafóricamente?

- Vos hablas de eso en Dios era Olvido. Cuando recordás imágenes, que son el lenguaje natural del hombre provinciano, que habla del vino. Y decís: que el vino está verde.
Tiene el gusto verde. Mirá la metáfora, que lo parió! No es que el vino sea verde, sino que tiene el gusto verde. ¿El gusto cómo va a tener color? Decile a André Bretón que venga. ¿Quién inventó el surrealismo? No vengan a joder! Decile a André Bretón, que lo quiero mucho, que lo admiro y todo eso; ¿pero sabés qué? ¿quién inventó el surrealismo? El pueblo!

- La confusión de sentidos, de la que hablara Baudelaire.
Claro. Tráelo a Baudelaire también. Que se siente aquí y le vamos a explicar. Es interminable el río de metáforas que el pueblo dice en el colectivo. Desde la categoría de conciencia que estamos, somos escritores para la liberación, pero no nos olvidemos que la palabra libera y que el dominio de la palabra es el camino de nosotros. Ser los mejores. Ser mejores que todos. Ganarles ahí, en su terreno.

- El fondo concreto de lo que vos trasmitís, tiene un contenido que apunta a transformar la conciencia, pero te encontrás, en última instancia, con un lenguaje. Llegás a la conclusión, que escribís para tus pares, a pesar de que el contenido de lo que decís apunta a un hecho trascendental como la liberación.
Asturias, tiene un lenguaje. El propio Rulfo. Escriben para una población que tiene entre 70 u 80 % de analfabetos.
No. Es real que los tiene, pero no es real que escriban para esa población. Escriben para 300 millones de latinoamericanos. Cambia la perspectiva! Eso es lo que tenés que tener delante de la nariz. Tu no escribes para los cordobeses, ni los mendocinos, ni para los tucumanos, ni para los paraguayos, solamente. Tú escribes en un continente que tiene hambre y sed de justicia y cultura, que va de acá, hasta el río Bravo. Y tu lenguaje me tiene que ayudar a mí, a subir, a ascender, a crecer. No me hagas la concesión que por qué yo soy analfabeto, desgraciadamente, me vas a tener que decir : mi ma- má- me- mi- ma. No señor, hacéme la metáfora mas loca. Mirá, a mi pueblo de América y del mundo le he dicho: Salgo a caminar, por la cintura cósmica del sur. Ningún pueblo del mundo sabe, qué mierda quiere decir! Nunca bajes el nivel de tu lenguaje, porque lo revolucionario para un escritor liberador, es usar un lenguaje que libere. Yo sólo escribo cuando amo y cuando odio, no puedo escribir en frío. Como dice la Biblia: ¡porque no eres ni frío ni caliente, no te mereces un carajo! Calentémonos. Si vos no me das un lenguaje que me levante en la categoría de conciencia, de la situación en la que estoy, ¿para qué te quiero? Levantáme ahí, haceme subir un centímetro, con tu poema, con tu libro, con tu cuento, con tu imaginación. Ascendeme. Yo estoy a tu disposición. Yo quiero que me subas. Cuando me cantes, cántame para levantarme. No me tires para abajo. No me escribas huevadas. Eso me hunde en el fangal de la mierda, a mí, como pueblo. Cuando me escribas una canción, levántame, por favor. Dejá de joder, vamos para arriba! Vamos con el pueblo para arriba!

- Armando, tu ejemplo de vida es muy importante. ¿vos, te consideras un autodidacta?
No soy otra cosa, porque no pude serlo; ¿qué tal si hubiera tenido colegios, y que tal si hubiera tenido maestros? Me dicen que hubiera sido otro adocenado. ¿seguro? No. Porque eso es la ruleta rusa. Que mis hijos no estudien, total son genios. El cuento del genio es un soborno. Hay que estudiar, hay que tener maestros, ¿qué hace el maestro? Te ahorra todo el camino que él hizo. Vos partís del maestro. Yo partí de mí.

-¿Cómo evalúas la información académica, cuando está enmarcada dentro del colonialismo cultural y nuestra universidad deformada?
¡Hubiera tenido yo esa universidad! Porque hay juicio crítico. Uno no es una ovejita que va a recibirlo todo. ¡Pero qué bueno haber tenido universidad! ¡Cuánto camino hubiera ahorrado! ¡Cuánto padecimiento! Yo no sabía nada. No sabía el idioma. Leía con un diccionario al lado. Así era la soledad de no tener un maestro, un colegio. A veces me han dicho, pero vos te salvaste de la docencia argentina. Es como decirte... vos sos libre de morirte de hambre de cultura. Tú única libertad, es cagarte de hambre! Eso es lo que le pasa a nuestro pueblo. Subite lo más alto que puedas y desde ahí larga la luz. No de abajo, porque abajo no llega la luz, va a ras del suelo, no te hagas el popular. Popular quiere decir: compromiso con el pueblo. Yo altero el orden, soy subversivo por naturaleza y el arte es esencialmente subversivo. Debo cambiar los colores, vine a la tierra y esto era un carajo, no me voy a ir dejando el basural como estaba. Esto es un manifiesto, lo que yo quiero, es alentar la capacidad de crear, no de anquilosarla. La literatura, es una rebelión permanente. Esto es lo que somos; la alteración del orden. En lo diverso se resuelve la vida.
Acá estamos sabiendo. Uno no es; va haciendo.

Diario Sur

Jueves 25 de mayo de 1989

Tejada Gómez


Hay que soñar la vida para que sea cierta

Ayer, Armando Tejada Gómez cumplió 60 años y la vida entera con la poesía. Al principio era cantor pero después tomó la palabra y se fue con ella por la legua. Desde ese momento, es intérprete de su propia escritura, un decidor de versos que no cree en los recitadores. Por estos días, también se cumplen 20 años de la creación de Canción con todos que Tejada Gómez compuso junto a César Isella y que rememora en la charla con Sur.


El domingo terminó de escribir otro libro de poemas, Cosas de niños, un raconto desde la memoria, de esos primeros años de lustrabotas, vendedor de periódicos y avidez autodidacta. Epocas en que su primera biblioteca fue un kiosco de diarios y revistas. Epocas en Mendoza, su cuidad natal, de la que sufrió su primer exilio cuanto tuvo que viajar a Buenos Aires, y el que hoy juzga como "el más doloroso".
De esos primeros años surge mi vinculación con la canción -cuenta-. Cuando volvía de trabajar me paraba en la puerta de los boliches, para calentarme un poco y correr hacia otro, si no, me congelaba. Aunque no podía entrar, allí escuché coplas y canciones que no olvidé jamás. Me quedaba hasta cerca de las diez de la noche, cuando en el bar sólo había jubilados jugando a la generala con un ruido a hueso que helaba la sangre.
Tejada Gómez hace memoria y explica la historia de Canción con todos. El Encuentro Nacional de los Argentinos nos había pedido un tema para este acontecimiento, un poco queriendo imitar al Canto Programa que habían grabado los Quilapayún o Inti Ilimani, bien no recuerdo. Un día, cuando caminaba por la calle Alsina rumbo a la casa de César (Isella) se me ocurrieron las primeras estrofas. Era mediodía, entré a un bar y pedí un café, lápiz y papel.
Ese fue sólo el comienzo, porque faltaba el estribillo. Lo escribimos en casa de mi amigo Mauro Masi, en La Plata, en vísperas de un viaje de César con el Quinteto Tiempo a un festival en Chile durante el gobierno de Allende, explica.
Sin embargo, la canción fue rechazada por el Encuentro porque no contenía los puntos del programa en movimiento. Querían una declaración de principios como Canto Programa. Víctor Heredia fue el primero en grabarla: después, Tejada Gómez junto con Rosa Rodríguez Gerling, y luego la versión más conocida, Mercedes Sosa en dúo con César Isella.
Para el autor de Bajo estado de sangre, Los compadres del horizonte y Canto popular de las comidas, Canción con todos es un himno latinoamericano. ¿Qué propósito tenía? Postular poéticamente la unidad latinoamericana. Me parece que toda proposición política, social, económica, geográfica y estética pasa, en primer lugar, por la conciencia de que habitamos un inmenso país que es América latina. Esa es la entraña de mi filosofía y de mi obra.
Justamente, Canción con todos le abre el camino en toda América, donde tanto Isella como él eran prácticamente desconocidos. Del himno dice que hemos vuelto al punto de partida, ni siquiera a la gente le importa quién lo escribió, lo cual es verdaderamente consagratorio desde el punto de vista de la perdurabilidad de la obra.
Consciente de cantar cosas de fundamento como quería José Hernández, Tejada Gómez se siente marginado. ¿Por qué? Aquí se ignora la verdadera índole de la cultura de América, que se elaboró con tanto dolor y dificultad. Yo soy un nativo de la tierra que entiende al país como tal, y no como gran ciudad portuaria y cosmopolita. Esta es la contradicción más grande que padezco en Buenos Aires.

Y se queja de la falta de críticas a sus libros. El año pasado salió Bajo estado de sangre y no tiene una sola línea que anoticie de la edición, explica. Así también con el Canto popular de las comidas, Premio Casa de las Américas 1974, que mereció un brulote feroz de (Luis) Gregorich contra la literatura de testimonio, en el que me llama comentador de la poesía de Neruda.
El hoy de Tejada Gómez se llama Cosas de niños, un libro de poemas influenciado por su hijo Gabriel, de cuatro años, que le hizo reindagar en su propio mundo infantil. Es como pasar de nuevo la película, dice.


Película que él conoce y que manifestó en el Cuestionamiento de la legua, reportaje que precede su último libro publicado Bajo estado de sangre:
- ¿Qué le diría a los jóvenes?
- Que hay que soñar la vida para que sea cierta.

Daniel Fernández Quinti


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AROMA A BUENOS MOMENTOS

La pava que silba, y la yerba comienza a hacer sentir su delicioso aroma. Pastelito, criollitos, algo rico para comer. Una charla, un mate, un compartir. Lleno de sensaciones, de amistad, de recuerdos y pasatiempos. El orgullo de ser fieles seguidores a nuestras costumbres. Costumbres Argentinas. Que se llevan dentro, una guitarra, una vidala, un chamamè. Momentos inolvidables, música, y compañía. Te invito a compartir todo eso y mucho màs de Lunes a Viernes de 18 a 19:30 Hs. En la 94.7 FM RIO, haciendo lo que hemos nacido para hacer… VIVA MI TIERRA!! Un programa radial lleno de intensas emociones y de aquellos momentos que solo vos y yo, podríamos saber de que hablamos.

Silvia Dìaz. Productora y Locutora.

Gracias a la Vida

"...Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me dio dos luceros que cuando los abro

Perfecto distingo lo negro del blanco

Y en el alto cielo su fondo estrellado

Y en las multitudes el hombre que yo amo

Gracias a la vida que me ha dado tanto..."