"El rostro es óvalo. El semblante grave y al mismo tiempo risueño, concilia a la vez benevolencia con su irresistible atractivo, y respeto debido a la majestad de la Reina y gran Señora. La frente es espaciosa, los ojos grandes, claros y azules; las cejas negras y arqueadas; la nariz algo aguileña; la boca pequeña y recogida, los labios iguales y encarnados cual rosa; las mejillas sonrosadas y las demás facciones proporcionadas. Dirige la mirada algún tanto hacia la derecha... El color del rostro, aunque agraciado, es un tanto moreno... Tiene sus delicadas manos, asimismo bien formadas, juntas y arrimadas al pecho en actitud de quien humildemente ora. Su vestimenta se compone de un manto azul, hoy muy descolorido, sembrado de estrellas blancas; teniendo debajo una túnica encarnada pero muy amortiguada por el tiempo. Los pies de la Santa Imagen descansan sobre unas nubes, desde las cuales emerge la media luna que tradicionalmente se pone a las plantas de la Virgen Inmaculada, y luego como jugueteando inocentemente entre aquellas nubes, descuellan cuatro cabezas de querubes, con sus pequeñas alas desplegadas de color ígneo." P. Scarella. Desde un principio, y de acuerdo a las usanzas de la época, se la cubrió con vestiduras superpuestas según las posibilidades del momento. Con variedad comprensible en las formas, predominó siempre la que ostenta en la actualidad y con los colores que la caracterizan: la túnica blanca y el manto azul-celeste. El Padre Salvaire no sólo la dotó de riquísima vestimenta en 1887, sino que además la levantó sobre una peana de bronce dorado que tiende a destacarla mejor: le adosó la bien lograda rayera gótica en la que se lee la inscripción "Es la Virgen de Luján la primera fundadora de esta Villa". La Corona Imperial fue bendecida por León XIII, y completó el ornato con la aureola de doce estrellas; todo lo cual confiere al conjunto un sin igual encanto que se percibe con sólo mirar. DESCRIPCIÓN DE LA CORONA
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HISTORIA
La historia de la devoción a la Virgen María bajo la advocación de "Luján", en las comarcas del Río de la Plata, se remonta al año 1630, cuando dos imágenes traídas desde el Brasil fueron cargadas en el puerto de Santa María del Buen Ayre sobre una de las tantas carretas que pacientemente hacían el recorrido entre Buenos Aires y el norte del País. | |||
Un portugués afincado en Santiago del Estero quiso levantar una capilla en la cual se pudiera celebrar misa y, a la vez, honrar a la Virgen Santísima en el misterio de su Inmaculada Concepción. Este portugués, llamado Farías, pidió a un amigo suyo, probablemente Andrea Juan, marino de profesión, que le enviara una imagen de la Purísima. El marino contestó a su amigo de Santiago enviándole, en sendos cajones, dos imágenes de la Virgen: una de la Inmaculada, otra de la Virgen con el Niño. | |||
El convoy salió de la ciudad fundada por Garay cincuenta años atrás (11 de junio de 1580). Pasó la segunda noche en la estancia de Diego Rosendo, que lindaba con el Río de Luján. Al amanecer del tercer día la caravana que se dirigía a Córdoba de Tucumán, no pudo salir del lugar, pues la carreta que llevaba las dos imágenes no arrancó de su sitio, por más yuntas de bueyes que le uncieran. Después de muchos esfuerzos, los intrigados arrieros bajaron el cajoncito que contenía la imagen de la Inmaculada, y la carreta arrancó como pluma que lleva el viento. | |||
Los conductores del convoy comprendieron entonces que Dios quería que esa imagen, que empezaba ya a obrar portentos, no siguiese el itinerario fijado, sino que permaneciese en esos parajes. Así lo interpretaron. Así lo hicieron. Juzgaron inútiles los esfuerzos que hacían para mover la carreta, después de diversos intentos por cargar la Imagen. Esto es lo que se llamó "La detención de la carreta" o "El Milagro de Luján". | |||
La Sagrada Imagen impactó a aquellos sencillos carreteros, incapaces de inventar semejante hecho. Y lo suficientemente realistas y hombres de Fe para descubrir el "paso" de Dios en ese "paso" del río Luján. Los arrieros llevaron la Imagen a la casa vecina de la estancia, que era de don Diego Rosendo. Luego prosiguieron su viaje sin tropiezo, conduciendo la otra Imagen, conocida como "Nuestra Señora de la Consolación" y que se venera hoy en Sumampa, de Santiago del Estero. |
Oración por la Patria |
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor, cercanos a María, que desde Luján nos dice: ¡Argentina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Amén. Conferencia Episcopal Argentina |
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