No reconocida en sus méritos ni la utilidad que presta al destruir plagas, el hombre la hace víctima de una encarnizada persecución en busca de su piel que es manufacturada en forma de carteras y zapatos.
La leyenda de éste animal dice que antes era “una mujer muy perezosa que de noche se tapaba con una frazada toda rotosa y que cuando sentía frío se prometía zurcirla al día siguiente, postergando siempre su trabajo “para mañana”. Un día estuvo tan rota que no tuvo compostura y, como hacía mucho frío, buscó refugio en la cueva de los animales, donde se transformo en iguana. Su piel llena de costurones es castigo de Dios que la hizo llevar encima su frazada llena de remiendos, y así lo vemos en la copla: Una señora aseñorada / con muchas costuras / y ninguna puntada /.
En cuanto a los usos que le da el hombre tenemos que, a la grasa, se la utiliza para curar diversas dolencias como ser: las afecciones a la garganta, dolor de cintura, reumatismo, etcétera. Colocado el cuero de la cola en el dedo como anillo cura el mal de aire, el dolor de muela, y preserva de las insolaciones. Como alimento, su carne condimentada y asada es recomendada por quienes degustaron este bocado exquisito.
La iguana es ovípara, hace su nido con yuyos para luego taparlo de la mirada de los extraños. La copla popular describe a éste animal cuando dice: Iguana nariz delgada / cara mofletuda / manito como tenedor / y atrás como hoyo reventado / o / colita llena de anillos.
María Teresa Pappalardo (Santiago del Estero)
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